¿De dónde soy o de dónde vengo?

«¿De dónde soy o de dónde vengo?«, preguntaba el señor Pelegrí Pelegrí Pelegrí al presentador de este programa de televisión.

Ya hace muchos años de eso y mi memoria comienza a flojear como mi flequillo, pero recuerdo que fue un fenómeno. Lo que hoy llamaríamos trending topic. Si twitter hubiese existido en esa época (este momento debe tener como unos 20 años) se hubiese hecho viral ese mismo día.

«¿Dónde he nacido o dónde vivo?«, se preguntaba. Algo que sonaba muy ridículo en aquel momento para mí y para mucha gente.

Ya llevábamos como unos 6-7 meses viviendo en los Países Bajos en aquel 2011 cuando, en una de nuestras muchas visitas, fuimos a Den Haag (La Haya). Los holandeses son bastante curiosos y chafarderos. Por eso, cuando ven que no eres de aquí, suelen preguntarte de dónde eres, qué haces en su país y qué te trajo aquí, de qué trabajas, si te gusta su país…

A su primera pregunta de dónde era siempre respondía lo mismo: Barcelona (por alguna razón que sigo sin comprender, decir Barcelona creaba una mayor conexión e interés en ellos que decir España ¯\_(ツ)_/¯ )

Ese día en Den Haag, cuando fuimos a la tienda y nos ametrallaron con las preguntas instintivamente dije: Haarlem. La cara de la otra persona me hizo ver que no era la respuesta que esperaba… o le encajaba. Así que maticé: «Bueno, originariamente somos de Barcelona, pero ahora estamos viviendo en Haarlem«.

¿Dónde vivo o de dónde soy?

Como ya sabes, hace poco nos mudamos de Berlín a Haarlem. Aunque ya era una ciudad que conocíamos y habíamos vivido, sabíamos que sería diferente. Así que, a pesar de todo, había incertidumbre.

¿Y si no es lo que esperamos? ¿Si la experiencia sale mal? ¿Si no acabamos de encajar? Hace mucho desde que vivimos aquí. Lo primero que venía a la cabeza cuando nos hacíamos esas preguntas era: «Pues volvemos» ………. ¿Volvemos? ¿A dónde volvemos? ¿A Berlín, donde vivíamos antes, o a Barcelona, de donde somos originarios?


Bueno, realmente yo soy originario de Rubí, una pequeña ciudad cerca de Barcelona. Pero entre que no la conoce nadie y que he vivido en Barcelona durante cerca de 13-14 años, siempre digo Barcelona.


Sí, éramos de Barcelona, pero llevábamos ya un tiempo considerable en Berlín. Habíamos hecho nuestra vida en Berlín. ¿Dónde deberíamos volver si quisiésemos volver? ¿Qué significado tiene la palabra volver para nosotros?

Desde que hemos llegado aquí y nos hacen la dichosa pregunta mi respuesta ha sido siempre: «Somos de Barcelona, pero venimos de Berlín, donde estábamos viviendo

Luego está lo que llamo el síndrome E.T.:

  • La tienda que teníamos al lado de casa … en Poblenou (Barcelona).
  • Que pena que no tengamos una cafetería como la que teníamos al lado de casa … en Berlín.
  • Al lado de casa … la otra, en el sur de Haarlem.
  • Y, naturalmente, nuestra casa actual.

Obviamente, siempre necesito enfatizar dónde después de casa. Veo mi casa en todas partes!

No sé si en psicología se le conocerá por algún nombre, pero el cacao que tengo a veces es monumental. Es como si no perteneciese a ninguno de esos lugares, pero perteneciese a todos a la vez. Voy perdiendo mis raíces, mientras voy dejando un poco de ellas en cada uno de los lugares.

Ya no sé a dónde pertenezco, si pertenezco a algún lugar.

¿Dónde he nacido o de donde vengo?

¿Te pasa a ti lo mismo?

Volver a «casa»

Volver a casa siempre se hace raro. Porque, ¿sigue siendo casa? ¿Es Berlín mi casa? Un lugar hasta hace dos años extraño, pero donde ahora tengo mi hogar, mi trabajo y mi vida. ¿Es Barcelona mi casa? Provincia donde nací y crecí (soy de Rubí) y ciudad en la que viví durante 15 años, pero donde mi vida ya no pertenece.

Se hace raro decir que «vuelvo a casa» cuando voy a Barcelona, pero también se hace raro no considerarlo mi casa, cuando es el lugar del que soy originario.

Mi madre (andaluza de la provincia de Córdoba) me dijo hace muchos años que ella era una extraña en los dos mundos. La andaluza en Cataluña (al ser originaria de allí), pero la catalana en Andalucía (al haber pasado en Cataluña la gran mayor parte de su vida. Casi toda). Y creo que eso es lo que al final siempre nos pasa, que terminamos siendo extraños en ambos mundos.

Volver a casa siempre se hace extraño. Parece como si el tiempo se hubiese congelado mientras has estado fuera y se vuelve a poner en marcha cuando vuelves de visita. Todo sigue igual. Los mismos lugares, las mismas personas, las mismas tiendas… Bueno, no, mira aquella tienda de allí parece que es nueva!

La semana pasada tuve que viajar a Barcelona por cuestiones de trabajo. Volaba a Barcelona el miércoles y de vuelta el sábado. Aproveché que me alojaba en la zona del Fórum para darme un paseo por el que había sido mi barrio durante casi 15 años: Poblenou

Rambla del Poblenou

Todo seguía igual. Misma gente, mismos árboles, mismos edificios. Por un momento tuve la sensación que el tiempo se había congelado hasta ese día. Me imaginé como todo se paraba el día que dejaba Poblenou. Todas las personas y animales se quedaban en sus mismas posiciones, el viento dejaba de soplar y los segunderos dejaban de contar. Para volverse todo a ponerse en marcha de nuevo justo en el momento que volvía a pisar el barrio.

También se hace muy raro el idioma. Se hace extraño, de pronto, comenzar a entender todo el mundo alrededor. Algo que puede ser anecdótico en Berlín se convierte en normal en Barcelona y voy como loco buscando todas las conversaciones para ver qué dicen. También se hace extraño el saber que me entienden y difícil de olvidar. Aunque cuando vives fuera siempre es importante tener en cuenta que ellos también aprenden español.

La primera noche fui con cinco compañeros a cenar a una pizzeria a Poblenou. Un colombiano, un español, un ucraniano, un y yo. Cuando íbamos a pagar y estábamos esperando que el camarero viniese a cobrar le comenté a mi compañero español cuando el camarero pasaba por allí: «Anda llámale porque está dando vueltas y no se entera«. A lo que el camarero se giró y me dijo: «Tranquilo, que ahora mismo vengo» 😱 ¡Me había olvidado que estábamos en Barcelona y me entendía!

El último día, tuve un par de horas libres, las que aproveché para hacer algunas compras que quería hacer si tenía algún momento. En muchos momentos tenía que estar recordándome contínuamente: «No lo pidas en alemán, no lo pidas en alemán!«. Aunque, de vez en cuando, algún Hallo, Ja, Tschüss, Danke o Entschuldigung cae 🙂

¿Os pasa lo mismo cuando volvéis a «casa»?