Cuando paseas por muchas de las calles de Quedlinburg parece que estés paseando por el cuento de Hansel y Gretel o alguno de los muchos que leíamos (o nos leían) de pequeños. Calles estrechas empedradas, casas bajas con vigas de madera a la vista… Muchas de estas casas son originales de la época medieval de la ciudad. Otras…, bueno, otras tienen pinta que son un poco fake o, incluso, pintadas para no desentonar con la estética de la ciudad 🙂
Se encuentra en la parte norte de las Harz mountains, en el estado de Sachsen-Anhalt. A tan solo 3 horas en coche desde Berlín es una visita interesante para poder disfrutar de un entorno pintoresco. Si no tienes coche, siempre puede ir en el Harz-Berlin-Express que, creo, también tarda unas 3 horas en llegar.
Si te decides por esta última opción llegarás a una estación de tren con pinta de estar abandonada y no haber sido utilizada desde el mismo día que se construyó. El suelo tiene tantos bultos que parecen olas sobre las que puedes surfear. Cuando fuimos a verla, había un tren, a punto de salir, que se recorre diferentes pueblos de la zona. Me quise quedar a ver cómo marchaba ya que me pareció curioso ver un «tren» sin cables y con un sólo vagón. La sorpresa fue que llegado el momento arrancó el tren como si de un coche se tratase y con un ruido de motor de autocar partió. Un autocar conducido sobre vías de tren 🤨
Si vais con tiempo suficiente también podéis visitar Wernigerode, que tan solo está a unos 30 minutos en coche. Otro pueblo de estética sacada de cuento y con un castillo (schloss) que ofrece unas fantásticas vistas tanto desde fuera como por dentro del entorno natural que rodea a este pueblo.
Aunque se puede subir en un paseo andando, Wernigerode tiene un trenecito que permite subir y bajar cómodamente al castillo. Pero cuidado que muchos tienen su último viaje a las 18.00