
«¿De verdad que te gusta el alemán?». Es una pregunta que me han hecho multitud de veces. Nadie se cree que haya sido capaz de ser tan constante durante tanto tiempo con un idioma que usa la palabra Schildkröte para referirse a una tortuga. O zusammengehörigkeitsgefühl para hablar del sentimiento de compañerismo o de solidaridad.
«No, no es el alemán lo que me gusta. Es aprender alemán lo que realmente me gusta». Porque aprender un nuevo idioma, poderme comunicar con la gente en Alemania, poder entender palabras que antes me parecían escritas por marcianos… Es lo que me atraía (y me atrae) del alemán.
El alemán es un idioma muy complicado y, realmente, pocas razones se me pueden ocurrir para que alguien quiera pasar por dicho sufrimiento. De hecho, solo se me ocurren dos. Que vivas en Alemania o como herramienta de tortura.
Por mucho que te digan que una frase en alemán se construye de la forma sujeto + verbo + predicado, no te lo creas, te están intentando convencer. Si el verbo está formado por un auxiliar o modal más el correspondiente participio o infinitivo, en ese caso éste irá al final de la frase, será el último elemento de la misma. Y todos sabemos que en las conversaciones del día a día hacemos mucho uso de verbos auxiliares o modales. Es decir, que en alemán decimos algo así como: Nosotros debemos esta semana un regalo de cumpleaños a mi sobrina comprar. ¿Te resulta familiar este estilo de hablar?

Pero créeme, llega un momento que tiene sentido y casi te sale de forma natural. Y no ves extraño que esa parte de la conjugación verbal tenga que ir al final.
¿Será este el truco por el que los alemanes, al contrario de los españoles, no suelen «pisarse» la conversación mientras hablan?
Luego tienes los verbos separables que vendrían a ser, salvando las distancias, los tan odiados phrasal verbs alemanes. Pero con una particularidad que, obviamente, los hace más complicados. Si no, en ese caso ya no sería alemán. Sin entrar en detalles (esto no es una clase de alemán) es un verbo formado por dos partes, cuyo prefijo se separa del verbo principal y se envía al final de la frase.
Sí ya sé lo que estás pensando, menuda obsesión la de estos alemanes de enviar cosas al final de la frase.
Y las tan famosas declinaciones. Los famosos Nominativo, Acusativo, Dativo y Genitivo. Los cuales aún no he conseguido encontrar un solo alemán que los conozca y me los sepa explicar. Incluso sin haber aprendido alemán sabes que hay declinaciones y ya las odias antes de aprenderlas. ¿Qué es eso de cambiar una palabra en función de su uso dentro de la frase?
Pensé que sería lo que más odiaría de todo el alemán, lo más difícil con diferencia. Nunca me imaginé lo equivocado que estaría y que lo más difícil del alemán sería el dichoso género de un nombre. Algo que he comprobado es lo más odiado por cualquier estudiante de alemán.

– Sí
– der, die, das
El alemán tiene tres géneros. El masculino, el femenino y el neutro. Que te tienes que aprender de memoria porque no hay reglas. Hasta aquí todo normal, ¿no? Cada género tiene su correspondiente artículo y su correspondiente forma de cambiar los adjetivos que acompañen al nombre. Pero hasta aquí todo normal también, ¿no?
La parte divertida empieza cuando lo juntas todo. Cada declinación tiene sus variates de artículos para cada género. Es decir, el masculino del nominativo es diferente al del acusativo que lo es al dativo que lo es al genitivo. Cada variante de artículo tiene su correspondiente modificación de los adjetivos. Y recuerda, tenemos 4 declinaciones y 3 géneros. ¿Consecuencias? Como te equivoques en la elección del género, como pienses que un nombre es femenino cuando es masculino se va al carajo todo. Por mucho que sepas cuál es la declinación. Todo depende de algo tan aleatorio como es el género de la palabra.
Odio los géneros y los artículos en alemán.
Sin embargo, a pesar de todo, he decidido que seguiré aprendiendo alemán. A pesar de vivir ahora en los Países Bajos, seguiré aprendiéndolo. Primero, porque ya he invertido dos años de mi vida en este idioma como para dejarlo ahora. Segundo, porque nunca se sabe qué nos traerá el futuro y si me puede ser de utilidad.
Hace más de 10 años decidí aprender inglés por mi cuenta. Empecé a escuchar podcasts en inglés, a leer libros en inglés, a ver series en inglés. No me hacía falta porque mi trabajo no me lo requería, pero aún así realicé el esfuerzo. Años más tarde, gracias a dicho esfuerzo pudimos mudarnos a los Países Bajos por primera vez y ser capaz de encontrar un piso y un trabajo con mi inglés. Ese día me di cuenta que es una equivocación no aprender algo, de lo que se te presenta la oportunidad, con la única razón de «es que no lo necesito». ¿Y en el futuro?
Aún conozco gente que se vanaglorian de no hablar inglés y la razón que dan es que «no lo necesito». Pero no somos conscientes de las puertas que nos cerramos con esta actitud. Tampoco saben que el inglés es, probablemente, el idioma más fácil que hay en este planeta.
Por eso, me gusta aprender alemán y voy a seguir aprendiendo alemán.