Faltaban ya semanas. Los dos habíamos dejado nuestros trabajos, habíamos encontrado piso en Haarlem y la cuenta atrás ya había comenzado. Era Enero de 2011 y nuestra fecha era mediados de Febrero de 2011. El 14 de Febrero íbamos a dejar Barcelona y mudarnos en coche hacia los Países Bajos.
Estábamos preparando las cosas y mi idea de mudanza era muy sencilla. Llegábamos al piso amueblado que habíamos alquilado, colocábamos nuestras cosas en él y ya está. Continuábamos nuestra vida pero en Haarlem. Bueno, yo tenía que buscar trabajo, pero lo demás no cambiaba. Nadia empezaría sus clases de inglés en una ciudad que solo había visitado una vez. Pero lo demás no cambiaba. Íbamos a vivir en un país cuyo idioma me parecía letras aleatorias sin ningún tipo de criterio. Para mí era como si alguien dejase caer las manos en el teclado del ordenador y el resultado le dejase satisfecho. Pero lo demás no cambiaba. ¿no?
Estamos en Europa, ¿qué va a cambiar? Nuestra cultura es occidental, somos países cercanos, pertenecemos a un mismo continente con una historia y cultura bastante comunes. ¿por qué tenía que ser muy diferente? En aquel momento yo no lo sabía, pero en la maleta también metí toda mi ignorancia rumbo a ese nuevo país.
Se produce un choque de culturas. Es inevitable. Hay diferencias y ese choque de culturas no es despreciable. Hemos conocido gente de otros países como Rusia, Estados Unidos o Mexico. Obviamente para ellos el choque es mucho más grande y pueden tardar meses o, algunos incluso, 1 año en adaptarse. Se necesita paciencia. En el fondo, yo no estaba tan equivocado, compartimos una cultura e historia que nos hace parecernos mucho más que gente de otros lugares del mundo. Pero eso no significa que el choque no exista. Incluso en aspectos que nunca imaginarías.
Las relaciones sociales y familiares, la personalidad, la gastronomía,… y los horarios. Los horarios es una de las cosas que más nos costó adaptarnos.
Mi primera semana de trabajo mi estómago no aceptaba que intentase introducir alimentos a las 12.00 de la mañana. Pero, vamos a ver… ¿qué hora es esa de comer? Llegó un momento que me acostumbré pero, claro, a las 18.00 ya estaba que me comía hasta las piedras. Así que hemos ido adelantando también nuestra hora de cenar.
Los horarios en Países Bajos y Alemania no son muy diferentes. A lo mejor un poco más estrictos en el país del queso y las bitterballen. La hora de la comida suele estar alrededor de las 12.00. La de la cena suele variar un poco, pero lo normal es que esté entre las 18.00 y las 19.00.
¿Y esto en que me afecta a mí, si yo como cuando quiero?
Sí, en parte tienes razón, en tu casa tienes los horarios que quieras. Pero si trabajas en una empresa, lo más probable es que quieras alinear tu hora de la comida con la de tus compañeros, para evitar problemas. Y eso significa comer sobre las 12.00. Si quieres comer en algún restaurante, la gran mayoría cierran más pronto de lo habitual, dado que la mayoría de la gente, como comentaba, suele cenar entre las 18.00 y las 19.00. Así que no es extraño tener que adelantar tu hora de la cena si quieres salir. ¿Si cenas en casa? Ahí tienes más flexibilidad, pero como te explicaba antes, a las 18.00 estás ya que te comes las esquinas de tu casa.
A la hora que nosotros podemos estar merendando es a la que ellos pueden estar comiendo. ¿Entonces ellos no meriendan? Naturalmente! Pero mucho más pronto. Las cafeterías suelen llenarse sobre las 15.00 – 16.00 Lo que implica que la mayoría de ellas a las 18.00 ya suelen estar cerradas. Así que si quieres tomarte un café, una tarta, un croissant,… más vale que te des prisa o te lo encontrarás (casi) todo cerrado.
¿Y las tiendas? Aquí es donde hay más diferencia entre Países Bajos y Alemania (al menos con Berlín que es lo que conozco. Aunque siendo una gran ciudad…) Como todo está adelantado, el horario de tiendas también. Aquí en Países Bajos suelen cerrar entre las 17.30 y las 18.00
Al principio se hace todo muy difícil. La comida no te entra a las 12.00, cuando íbamos a tomarnos un café las cafeterías estaban cerradas, salir a dar una vuelta y pasear por una ciudad fantasma porque todo ha cerrado ya o salir a cenar y tener que ir con prisa porque son las 20.30 y la cocina cierra en breve. Algo tan tonto como los horarios de las cosas que nunca pensarías que podría generar problemas, te los genera.
Poco a poco te vas adaptando y modificas tus horarios. Nosotros ahora comemos a las 12.00 (los fines de semana nos permitimos un poco más de flexibilidad) y comenzamos a preparar la cena a las 19.00 – 19.30. Si queremos cenar fuera solemos salir pronto a la caza de un restaurante (bueno, ahora en este mundo de COVID-19 está más complicado). Si queremos tomarnos un café o dar un paseo con los negocios abiertos tenemos que salir pronto de casa, después de comer, y no deleitarnos en el sofá descansando.
¿El problema? Por mucho que nos hayamos adaptado, aún nos sigue costando que a las 18.00, cuando aún queda mucho día por delante, ya no haya nada que hacer. Que las cafeterías estén cerradas, que las tiendas estén cerradas, que no puedas tomarte un helado… Y lo único que puedas hacer es tomarte una copa, cenar o ir al supermercado.
Así que nunca subestimes los choques culturales. Se pueden producir hasta en el detalle más tonto e impensable. Otro día hablaré de otros.
¿Tienes algún ejemplo?
Bonus track cheesecake

No sé a tí, pero tanto hablar de comidas y cenas y meriendas y cafés… Me ha entrado hambre. Así vamos allá con un momento cheesecake.
En este caso vamos a Barista Café. Se encuentra en una de las calles comerciales de Haarlem. No es de los lugares que más frecuentamos, pero si que está en la lista de lugares que más nos gusta. Aunque tiene una variedad de cafés y tartas extensa, ese día nos tomamos un Matcha Latte, un Chai latte acompañados de una deliciosa tarta. No recuerdo cuál era, pero creo que era una carrot cake o un banana bread.
Buen provecho!