Choques culturales: la ausencia laboral en Alemania

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Uno de los primeros choques culturales que tuve en el entorno profesional cuando llegamos a Berlín fue con la ausencia laboral.

He empezado a notar algo, hoy no iré a la oficina...

He tenido una mala noche, me quedo en casa descansando

Me estoy empezando a encontrar raro, me marcho para casa…

Estas son algunas de las frases que escuché y leí a algunos de mis primeros compañeros.

En el caso del lado femenino de la plantilla también se ausentaban de vez en cuando debido a «woman pain», forma más formal de decir que tenían la regla.

Éramos varios españoles y españolas en la oficina y cada vez que teníamos un caso de estos lo comentábamos y alguna coña que otra caía.

«Menudo morro tienen que a la mínima que se sienten algo se quedan en casa». «Pues si que trabajan poco estos alemanes!». «Uy! noto un cosquilleo en la nariz. Me voy para casa!»

Eran algunos de los sacásticos comentarios y coñas que hacíamos.

Con los años he aprendido a darme cuenta de los injustos de nuestros comentarios y lo sesgados que estábamos. Estamos tan acostumbrados a ir a trabajar en cualquier circunstancia que nos parecía cómico.

¿Quién no ha ido a trabajar con fiebre o ha tenido compañeros que han ido a trabajar con fiebre? ¿O sintiéndose como si le hubiese atropellado un camión en la autopista? ¿O con dolores de hernia en la espalda? ¿con mareos? ¿sufriendo dolorosas reglas?

Estas situaciones son muy normales en España. Es normal ir a trabajar en cualquier circunstancia.

Aquí no.

¿Por qué ir a trabajar con molestias o dolores y estar rindiendo por debajo de tus capacidades? ¿No es mejor quedarse en casa, descansar, recuperarse y volver cuando estés de nuevo al 100%?

¿Por qué ir a trabajar con un virus que puedes repartir entre tus compañeros y que al final sea peor porque estén todos contagiados? ¿No es mejor quedarse en casa, descansar, recuperarse y volver cuando ya no hay riesgo de contagio a los demás?

Esto que ahora me parece tan evidente, al principio no lo entendía. Nuestra cultura del sufrimiento y de ir a trabajar ante cualquier circunstancia me sesgaba mi forma de verlo y de entenderlo.

Después de todo este tiempo me sigue pareciendo muy exageradas algunas situaciones, pero tampoco me parece normal lo de España.

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