Ese febrero de 2011

Yo, la primera vez que pisamos Amsterdam

No sé por qué, pero nunca he sido de celebrar números redondos. 0s y 5s. Por eso este año me ha dado por conmemorar que hace 13 años, una semana como esta, cerrábamos la puerta de nuestro piso en Barcelona, metíamos en el coche todo lo que cupo y cogimos la autopista camino a un país que nunca habíamos pisado antes (Países Bajos) y a una ciudad (Haarlem) que no muchas semanas atrás ni conocíamos.

Todo comenzó 3 meses atrás, a mediados de Noviembre de 2010, cuando, aprovechando una oportunidad que se me presentó en la empresa en la que trabajaba, decidí marchar y dejar el trabajo. Después de una concienzuda charla con mi esposa de unos 10 minutos, decidimos que dejaríamos nuestros trabajos y nos iríamos a vivir al extranjero. ¿Dónde? Aún no lo sabíamos, pero ya lo habíamos decidido y el reloj se ponía en marcha.

Yo dejaba mi trabajo esa misma semana, ella lo hacía a finales de diciembre de 2010.

¿Por qué Países Bajos si era un país que no conocíamos, que nunca habíamos visitado y tenía un idioma que creíamos que sonaba igual que el alemán? Probablemente suerte, probablemente inconsciencia, muy seguramente un poco de las dos. Cuando hablé con mi jefe y le conté los planes me dijo que le echásemos un vistazo a Holanda, que tenía un amigo viviendo allí y que estaba muy contento.

«Bueno, pues como nos da igual miraremos Holanda.»

Ahí empezó una carrera contrarreloj mirando qué zona nos interesaba más, ¿Rotterdam? ¿La Haya?… Para terminar decidiéndonos por Amsterdam.

¿Porqué Amsterdam? Básicamente porque nos pareció que era donde más oferta de trabajo había para mi (programador de software)

Una vez decidida la zona, había que buscar piso. Al final nos decidimos por Haarlem por tres principales razones de peso y bien pensadas:

  1. Nos gustó las fotos que vimos.
  2. Estaba cerca de Ámsterdam.
  3. Era más barato que Ámsterdam.

Y un 9 de Enero de 2010 cogíamos un avión, por primera vez en nuestras vidas, dirección Schiphol para buscar piso en Haarlem.

No había tiempo que perder, estábamos los dos sin trabajo y teníamos que llegar a Haarlem lo más pronto posible para ponernos a la obra.

Una vez volvimos de vuelta a Barcelona ya fue todo contrarreloj. En Febrero queríamos estar allí y nos quedaban muy pocas semanas para preparar nuestra mudanza hacia nuestro nuevo hogar. En otra ciudad, en otro país, con otra cultura y otro idioma.

Y así, ese 15 de Febrero de 2011 a las 5am metíamos en el coche todo lo que nos cupo y partíamos dirección Haarlem.

1500 KM., 75 € en peajes, 19 horas en coche, 4 países y casi 2 depósitos de gasolina… llegábamos… Home Dutch Home.

No photo description available.

El flechazo fue casi inmediato y nos enamoramos de Haarlem nada más llegar y verlo… a pesar de llegar en pleno invierno holandés, con su frío y su humedad. Y ese enamoramiento perdura 13 años después, aunque ya no vivamos allí.

Aunque las primeras semanas fueron duras y el húmedo frío invierno holandés nos golpeó fuerte. Durante las primeras semanas a penas salíamos de casa. Queríamos visitar y conocer Haarlem, la ciudad en la que íbamos a vivir durante unos meses, pero no aguantábamos más de 30 minutos en la calle. Lo teníamos que hacer a ratos.

Ahora, con el paso del tiempo y después de haber vivido allí, en Londres y en Berlín lo miramos diferente. Muchos años en países con inviernos fríos, ropa más adecuada y un poquito de cambio climático nos ayuda a darnos cuenta lo ridículo que era.

Rápidamente yo encontré trabajo en Amsterdam y mi mujer empezó en la academia de inglés de la UvA Talen

Todo lo que vino después ya lo he ido contando por aquí y lo seguiré contando.

Bloemencorso

Bloemencorso 2011

Imagina una fiesta de Carnaval pero que:

  • Sucede en primavera
  • Las carrozas están hechas de flores
  • El desfile pasa por diferentes ciudades a través de 42 km

Esta fiesta existe, sucede cada año en Países Bajos y se llama Bloemencorso.

El Bloemencorso suele organizarse para la segunda o tercera semana de Abril. Una vez el buen tiempo de primavera ha llegado, los prados de tulipanes están en apogeo y el Keukenhof ya está abierto.

Es una fiesta importante del país y de una larga tradición. La lista de ciudades que lo celebran es larga pero me centraré en el evento que se organiza entre las poblaciones de Noordwijk y Haarlem en la provincia de Noord-Holland, ya que es el único que he visitado y conozco.

Bloemencorso es un nombre que viene de las palabras bloemen (flores) y corso (desfile). Es un desfile que consta de numerosas carrozas, todas adornadas con gigantes figuras realizadas con coloridas flores. Como si de Carnaval se tratase, todo acompañado de grupos de música, batucadas y performances de bailarines.

El evento en concreto, que yo he visitado, empieza su trayecto en la ciudad costera de Noordwijk. El desfile suele salir de dicha población a primera hora de la mañana del sábado del escogido fin de semana (este año el pasado sábado 23 de Abril).

Continua su trayecto por todas las poblaciones vecinas, famosas por su producción de tulipanes: Voorhout, Sassenheim, Lisse,… También su visita por el Keukenhof que, si no lo conoces, es uno de los jardines más grandes de flores que abre sus puertas solo unas pocas semanas en primavera. Normalmente desde finales de Marzo hasta mediados de Mayo.

Finalmente el Bloemencorso tiene su llegada a la ciudad de Haarlem, a la que suele llegar a última hora de la tarde. Todas las carrozas hacen parada en la plaza central de la ciudad, el Groetemarkt, donde quedan expuestas el resto del sábado y todo el domingo. Durante este tiempo no solo las personas pueden ir a verlas y hacer múltiples fotos, si no que se organiza un concurso para decidir cuál ha sido la mejor y más bonita carroza de la edición.

Mucha gente aprovecha estos días para visitar el Keukenhof. Justo por esta misma razón, estos días no son los mejores para visitarlo. Te recomiendo mucho la visita, pero en otro fin de semana menos concurrido.

También te recomiendo que te desplaces hasta algunos de los lugares y poblaciones por los que el desfile pasa, para disfrutarlo en todo su movimiento y esplendor. Luego al final de día o al día siguiente puedes pasarte por Haarlem para no solo visitar la ciudad si no también deleitarte de las carrozas con más tranquilidad.

Te dejo para finalizar un video corto de una de las carrozas del Bloemencorso del 2011. Siento la mala calidad del vídeo, pero es de hace 11 años y para entonces la calidad de las cámaras de los teléfonos no era tan buena como lo que tenemos hoy en día 🙂

Dos errores y un café

Haarlem 2020

«En el 2011 tomáis la arriesgada decisión de dejarlo todo. Os vais a la aventura a Haarlem. Encuentras trabajo en una empresa grande, como T-Mobile. Las cosas no os van mal y estáis contentos. Entonces, ¿por qué decides dejar tu trabajo y marcharos?«

Me preguntó una persona hace poco.

Errores. Principalmente.

Haarlem 2011

Cuando decidimos en aquel 2010 irnos a Países Bajos, teníamos dos ideas muy claras: sería por un año y estábamos locos. No estaba en nuestros planes quedarnos. Íbamos, vivíamos la experiencia internacional durante un año y retomábamos nuestras vidas de vuelta a Barcelona. La vuelta en un año era innegociable. Así que todas nuestras decisiones se basaron en eso. Un año y volver.

¿Dani, Y lo de estar locos? Pues porque fuimos sin nada. Dejamos nuestros trabajos en Barcelona e íbamos a un país que no conocíamos, sin trabajo y un inglés muy precario. Una locura visto con la perspectiva de los años y la edad. Aunque en aquel momento no nos parecería tan locura porque lo repetimos después dos veces más.

Si solo íbamos a estar un año solo teníamos que hacer 3 cosas: llevarnos todo lo que nos cupiese en el coche, cerrar la puerta de nuestro piso en Barcelona y marcharnos. En un año volvíamos. ¿Para qué alquilarlo?

Meeeecccc. Craso error!

Nadie puede ver el futuro. Al menos yo no, por mucho que lo intente. Sé cuáles son mis intenciones hoy, sé cuáles son mis planes hoy, pero no tengo ni idea que pensaré en un año. No puedo tomar decisiones hoy en función de lo que creo yo que pensaré dentro de un año, porque esas decisiones hoy lastrarán a mi yo del futuro. Y mi yo del futuro, cuando llegue el momento, no perdonará a mi yo presente.

Solo me hicieron una recomendación, solo una: «No fuerces una vuelta. Escucha tu cuerpo. Llega un momento que tu cuerpo te pide volver. Hazle caso en ese momento. Ni antes, ni después«.

¿Hicimos caso? En absoluto.

Subestimamos desde el principio el poder de estar a gusto en un lugar y que ese lugar te guste.

Cometimos algún otro error, pero este es el que nos ancló a la vuelta. Fueron sangrantes y también ayudaron e hicieron más difícil el no volver, pero este fue el principal y más grande. El pecado original. La fecha de expiración que dejamos en Barcelona antes de salir.

Nuestro futuro estaba escrito desde el momento que decidimos dejar el ancla puesta en Barcelona. En Febrero de 2012, de Haarlem nos fuimos a Londres en una mezcla de intentar remediar la situación y vivir otra experiencia en la capital inglesa. Pero demasiado bien nos tenían que ir las cosas para que el amarre que teníamos no siguiese tirando. Así que en Julio de 2012 estábamos de vuelta en Barcelona.

Haarlem 2020

Cuando partíamos de Barcelona camino de Berlín, ya nos preocupamos de no cometer los mismos errores. Ya nos marchamos teniendo en mente que no sabíamos cuándo volveríamos y que, esta vez sí, no forzaríamos al cuerpo. Así que levantamos anclas en Barcelona y no dejamos atrás nada que nos obligase un retorno no deseado.

A Berlín llegamos a principios del 2017 con un trabajo bajo el brazo (iba a trabajar en la oficina de Berlín de la empresa para la que ya trabajaba en Barcelona) y un piso alquilado en Barcelona. Éramos libres.

Esta vez sí, los días iban pasando y no teníamos la necesidad ni las ganas de volver. Casi tres años después nos planteábamos otra mudanza. A finales del 2019 dejábamos Berlín para marchar a Haarlem, de nuevo.

Aunque ya sabía que no iba a ser lo mismo, íbamos con otros planes que en aquel 2011. No teníamos nada que nos tirase de allí. Íbamos con fecha de llegada, pero no se salida… ¿O sí?

Que ingénuo… ¿Qué falló ahora?

Nuestro gran error, esta vez, fue subestimar los casi tres años viviendo en Berlín y los ocho que habían pasado desde que nos marchamos de Haarlem a principios de 2012. Esperaba que todo sería más fácil. ¿Por qué no lo iba a ser si ya habíamos vivido allí?

Pero no, veníamos de vivir en Berlín y nos habíamos adaptado al estilo de vida de la capital alemana. Nos costó mucho adaptarnos de nuevo al estilo de vida de una ciudad pequeña como es Haarlem.

Tengo que sumar que tampoco me adapté al trabajo. Iban pasando las semanas y meses y había algo que no funcionaba. Aún estando contento con la gente, no me acababa de encajar algo. Así que esto tampoco ayudó mucho en nuestro proceso de adaptación.

Tampoco nunca sabré qué hubiese pasado si no hubiese habido pandemia. La pandemia llegó 3 meses después de que llegásemos a Haarlem. Solo tres meses de normalidad. ¿Nos hubiésemos adaptado mejor sin pandemia? Quien lo sabe.

Lo que está claro es que volvimos a subestimar algo. En este caso, el pensar que nos sería fácil acostumbrarnos. El pensar que como ya habíamos vivido allí, volveríamos y nos adaptaríamos fácilmente.

Sin pandemia todo podría haber sido diferente. Si yo hubiese estado contento en el trabajo, todo hubiese cambiado. Pero lo cierto es que me puse a buscar trabajo nuevo que lo encontré de vuelta en Berlín. Pero eso, ya es otra historia.

Bonus cheesecake

4850: Amsterdam

Para finalizar, aquí llega el café.

Si como yo, te vuelven locos los kannelbullar suecos, esos bollitos (rollitos en otros lugares) rellenos de canela, la cafetería – restaurante 4850 de Amsterdam es tu lugar. Ubicada en la zona de Amsterdam Oost, en la calle Camperstraat, muy cerca del centro de la ciudad. Son de esos sitios que no son especialmente baratos pero que merece la pena por su buen café y sus deliciosos bollos de canela.

Muy cerca de allí se encuentra el restaurante de tapas españolas Rascasse que, aunque no puedo recomendar porque no he ido a comer, si que puedo decir que tenía buena pinta. Si vas o ya has ido ya me contarás si merece la pena probarlo.

Un saludo y ¡persigue tu cheesecake!

El Choque Cultural Inverso

Mural en Rubí, mi ciudad natal

Finales de Junio de 2012. Llevamos 6 meses en Londres, pero ya estamos preparando una nueva mudanza. Ésta, de vuelta a nuestra Barcelona. En Febrero de 2011 habíamos salido de Barcelona camino de Haarlem. Un año después, en Febrero de 2012, nos mudábamos de Haarlem a Londres. Medio año más tarde nos estamos preparando para una tercera mudanza, esta vez de vuelta a Barcelona. El 17 de Julio el camión vendrá a recoger nuestras cajas y nuestro avión camino de Barcelona estará despegando desde Heathrow.

Volvemos a casa, a nuestra casa. Al mismo lugar donde vivíamos y que dejamos atrás hace año y medio. Misma ciudad, mismo barrio y misma gente. Volvemos a nuestro entorno, a nuestra cultura y con la gente que nos ha visto crecer y/o madurar. Retomamos la vida que dejamos atrás hace año y medio.

Eso pensábamos nosotros en aquel 2012. Pensábamos que volver un año y medio después al mismo lugar sería volver a retomar las misma vida que habíamos tenido hasta el día que nos marchamos.

Nunca habíamos escuchado hablar del Choque cultural inverso y lo estábamos infravalorando.

Seis meses más tarde de ese día de Julio estábamos en una fiesta con un grupo de gente que conocíamos. Conocíamos a la gran mayoría. Desde hacía muchos años. Pero estábamos incómodos, descolocados y fuera de lugar. Hubo momentos en los que pensé que qué hacía allí y qué hacía que no me marchaba para casa. Sentía que no pertenecía a ese grupo.

Eso fue ese día, seis meses más tarde, pero fue una sensación que tuvimos muchas veces. Qué hacíamos allí, por qué habíamos vuelto, si habíamos hecho bien, eran preguntas que nos hicimos muchas veces. En el fondo de nuestras cabezas volver a Haarlem era una opción que no llegamos a descartar. Laboralmente me fue muy bien en Barcelona y nunca lo hicimos… durante unos años.

Como dice mi madre nos gusta hacer las maletas y marcharnos más que a un niño un caramelo.

Cuando sales de tu país y te vas a vivir a otro lugar, siempre se produce un choque cultural. Dependiendo de la diferencia cultural de ambos lugares el choque será más o menos traumático, pero nunca pensamos que el choque se produciría al revés.

Cuando lo intento explicar a alguien, siempre lo explico como si fuese una maquinaria. A medida que vas creciendo te vas rodeando de tu gente: pareja, familia, amigos, compañeros de trabajo… Entre todos formais una máquina de la que cada uno es un engranaje. Pero todos los engranajes encajan a la perfección. Costumbres, hábitos, valores, horarios,… Con el paso de las semanas, meses y años los habéis hecho encajar.

Cuando te marchas, tu engranaje se sale de la máquina. Pero la máquina sigue en marcha. Se adaptan los engranajes sin ti y sigue en marcha. Tu te ajustas a los engranajes de otra máquina diferente. Cuando intentas volver el hueco donde estabas no está y necesitas buscar un hueco nuevo.

La vida ha seguido mientras tú no estabas y tu vida ha seguido un camino diferente al que tenías antes. Habéis empezado nuevos hábitos y costumbres, alguien se ha mudado, tienen nuevo trabajo, nuevas aficiones, o ya no les gusta el vino… Y así todo el mundo… y así tú.

En el fondo, es simplemente la vida misma. La experiencia y el cambio continuo. Solo que cuando formas parte de ese engranaje no eres tan consciente. Se llama cambio y vivimos en continuo cambio.

Estando fuera, en otro país estás expuesto a otra cultura diferente a la tuya. Y una cultura no es más que otro prisma desde el cual ver la vida. Cuando te expones a esa cultura sucederán dos fenómenos.

Por una parte verás otras formas de ver, vivir y experimentar la vida. La que te ofrece la nueva cultura. Algunas te gustarán y otras no tanto. Las que te gusten las aceptarás como tuyas.

Por otra parte te desarraigarás y extraerás a otro plano que te permitirá ver tu cultura origen desde fuera. Serás consciente de las cosas que habías aceptado por normales y no eran más que una forma de ver la vida en un lugar concreto. Y lo mismo, algunas las aceptarás y otras las rechazarás y cambiarás. Tienes el super poder de ver tu cultura de origen desde fuera.

Esto paga un precio cuando vuelves, ya que chocas.

Este mes de agosto, aprovechando una mejor situación de la pandemia y que hacía 2 años que no bajábamos a Barcelona, fuimos 3 semanas a visitar familia, amigos e irnos de vacaciones. Tres semanas en España.

Me di cuenta de cosas de la cultura española que nunca antes había sido tan consciente. Cosas que no me gustan ahora.

Nosotros tardamos unos 6 meses, en aquel 2012, a adaptarnos a nuestra nueva vida de vuelta a Barcelona tras 18 meses viviendo entre Haarlem y Londres. Pero hemos conocido gente que tras pasar muchos años fuera, la vuelta les costó años adaptarse. Hay gente que tardó años, otros que difícilmente ha llegado a adaptarse del todo.

Cuando vuelves debes comenzar un proceso de readaptación a una nueva vida. Una vida que pensabas que iba a ser la de siempre, pero que es otra.

¿Has vuelto de forma permanente o temporal a tu origen? ¿Has notado esta sensaci´ón de choque cultural?

Bonus track cheesecake

Oroma Coffee – Calafell

Para el bonus cheesecake de hoy nos iremos hasta Calafell, una pequeña población costera en la provincia de Tarragona con pasado pesquero. Hoy en día, a pesar de seguir teniendo una Cofradía de Pescadores y de tener cierta cultura pesquera, es principalmente conocida como un destino de vacaciones familiares.

La cafetería en cuestión se llama Oroma Coffee y se encuentra en el paseo marítimo de Calafell, justo en frente de la caseta de la Cofradía de Pescadores (como se puede observar en la foto de arriba)

En Calafell puedes encontrar lugares de muy buenas tapas, grandes arroces y sabrosas fideuas, pero no suelen abundar los lugares de buenos cafés y pasteles. Oroma es uno de estos pocos lugares. Los cafés son bastante buenos, tienen una interesante y variada selección de sabrosos pasteles, el servicio ha sido bueno siempre que hemos ido y, si llegas con tiempo, podrás disfrutar de sus Rollitos de Canela.

Berlin calling

Zanvoort aan Zee

Cuando en otoño de 2019 estábamos preparando nuestra siguiente mudanza, lo estábamos haciendo con unas ideas claras:

  1. Nos estábamos despidiendo de Berlin.
  2. Volvíamos a estar cerca del mar.
  3. Estábamos locos.

Habían sido casi 3 años muy buenos viviendo en Berlín. Habíamos disfrutado mucho la ciudad, la habíamos descubierto, había sido una gran experiencia, habíamos conocido gente y hecho amigos y yo había cumplido uno de mis sueños. Pero marchábamos. ¿Volveríamos? Por supuesto que volveríamos! Pero de visita. Como habíamos hecho antes y como lo habíamos hecho muchas veces con Amsterdam y Haarlem.

Nos apetecía volver a Amsterdam y Haarlem. Lo hacíamos con planes de asentarnos allí, de hacerlo nuestro campamento base durante un período indefinido de tiempo, hasta que nos surjiese otra aventura o el cuerpo nos pidiese volver a Barcelona. Yo tenía una oferta para un nuevo trabajo que parecía interesante, conocíamos el país y la ciudad… Lo teníamos claro.

Lo que no contábamos en nuestros planes fue con una de las mayores enseñanzas que he adquirido durante los últimos años: que nada es permanente. Que tenemos que estar abiertos a nuevos cambios y no podemos apegarnos a nada, porque nada es permanente.

Por una serie de razones (que ya explicaré en otro post ya que si no este se haría muy largo) nos surjió la oportunidad de volver a Berlín. Berlín volvío a llamar a nuestra puerta. Y después de las correspondintes dudas, se la abrimos.

Todo fue muy rápido. Un día de finales de Noviembre estaba aceptando una oferta de trabajo y 4 semanas después nos montábamos en el coche para coger la carretera camino a Berlín. Otra vez.

En nuestra familia ya nos dan por un caso perdido. Creen que estamos locos, pero ya no se sorprenden.

Así que aquí estamos de nuevo, empezando una nueva vida y una nueva aventura. Después de nuestra sexta mudanza, nuestro nuevo reseteo de vida, después de volver locos a nuestros familiares y amigos de nuevo… Estamos de vuelta a Berlín.

Los últimos días, un vecino me preguntó: «¿Echaréis de menos Holanda?«

Sí, obviamente. Parte de nuestra vida y nuestros recuerdos se quedan allí. Es un lugar que nos gusta y al que siempre intentamos hacer una visita al año. Pero, sobre todo, echaremos estar cerca del mar. No es el Mediterráneo, pero es mar al fin y al cabo. El mar, siempre el mar.

BSO de Berlin Calling