El Choque Cultural Inverso

Mural en Rubí, mi ciudad natal

Finales de Junio de 2012. Llevamos 6 meses en Londres, pero ya estamos preparando una nueva mudanza. Ésta, de vuelta a nuestra Barcelona. En Febrero de 2011 habíamos salido de Barcelona camino de Haarlem. Un año después, en Febrero de 2012, nos mudábamos de Haarlem a Londres. Medio año más tarde nos estamos preparando para una tercera mudanza, esta vez de vuelta a Barcelona. El 17 de Julio el camión vendrá a recoger nuestras cajas y nuestro avión camino de Barcelona estará despegando desde Heathrow.

Volvemos a casa, a nuestra casa. Al mismo lugar donde vivíamos y que dejamos atrás hace año y medio. Misma ciudad, mismo barrio y misma gente. Volvemos a nuestro entorno, a nuestra cultura y con la gente que nos ha visto crecer y/o madurar. Retomamos la vida que dejamos atrás hace año y medio.

Eso pensábamos nosotros en aquel 2012. Pensábamos que volver un año y medio después al mismo lugar sería volver a retomar las misma vida que habíamos tenido hasta el día que nos marchamos.

Nunca habíamos escuchado hablar del Choque cultural inverso y lo estábamos infravalorando.

Seis meses más tarde de ese día de Julio estábamos en una fiesta con un grupo de gente que conocíamos. Conocíamos a la gran mayoría. Desde hacía muchos años. Pero estábamos incómodos, descolocados y fuera de lugar. Hubo momentos en los que pensé que qué hacía allí y qué hacía que no me marchaba para casa. Sentía que no pertenecía a ese grupo.

Eso fue ese día, seis meses más tarde, pero fue una sensación que tuvimos muchas veces. Qué hacíamos allí, por qué habíamos vuelto, si habíamos hecho bien, eran preguntas que nos hicimos muchas veces. En el fondo de nuestras cabezas volver a Haarlem era una opción que no llegamos a descartar. Laboralmente me fue muy bien en Barcelona y nunca lo hicimos… durante unos años.

Como dice mi madre nos gusta hacer las maletas y marcharnos más que a un niño un caramelo.

Cuando sales de tu país y te vas a vivir a otro lugar, siempre se produce un choque cultural. Dependiendo de la diferencia cultural de ambos lugares el choque será más o menos traumático, pero nunca pensamos que el choque se produciría al revés.

Cuando lo intento explicar a alguien, siempre lo explico como si fuese una maquinaria. A medida que vas creciendo te vas rodeando de tu gente: pareja, familia, amigos, compañeros de trabajo… Entre todos formais una máquina de la que cada uno es un engranaje. Pero todos los engranajes encajan a la perfección. Costumbres, hábitos, valores, horarios,… Con el paso de las semanas, meses y años los habéis hecho encajar.

Cuando te marchas, tu engranaje se sale de la máquina. Pero la máquina sigue en marcha. Se adaptan los engranajes sin ti y sigue en marcha. Tu te ajustas a los engranajes de otra máquina diferente. Cuando intentas volver el hueco donde estabas no está y necesitas buscar un hueco nuevo.

La vida ha seguido mientras tú no estabas y tu vida ha seguido un camino diferente al que tenías antes. Habéis empezado nuevos hábitos y costumbres, alguien se ha mudado, tienen nuevo trabajo, nuevas aficiones, o ya no les gusta el vino… Y así todo el mundo… y así tú.

En el fondo, es simplemente la vida misma. La experiencia y el cambio continuo. Solo que cuando formas parte de ese engranaje no eres tan consciente. Se llama cambio y vivimos en continuo cambio.

Estando fuera, en otro país estás expuesto a otra cultura diferente a la tuya. Y una cultura no es más que otro prisma desde el cual ver la vida. Cuando te expones a esa cultura sucederán dos fenómenos.

Por una parte verás otras formas de ver, vivir y experimentar la vida. La que te ofrece la nueva cultura. Algunas te gustarán y otras no tanto. Las que te gusten las aceptarás como tuyas.

Por otra parte te desarraigarás y extraerás a otro plano que te permitirá ver tu cultura origen desde fuera. Serás consciente de las cosas que habías aceptado por normales y no eran más que una forma de ver la vida en un lugar concreto. Y lo mismo, algunas las aceptarás y otras las rechazarás y cambiarás. Tienes el super poder de ver tu cultura de origen desde fuera.

Esto paga un precio cuando vuelves, ya que chocas.

Este mes de agosto, aprovechando una mejor situación de la pandemia y que hacía 2 años que no bajábamos a Barcelona, fuimos 3 semanas a visitar familia, amigos e irnos de vacaciones. Tres semanas en España.

Me di cuenta de cosas de la cultura española que nunca antes había sido tan consciente. Cosas que no me gustan ahora.

Nosotros tardamos unos 6 meses, en aquel 2012, a adaptarnos a nuestra nueva vida de vuelta a Barcelona tras 18 meses viviendo entre Haarlem y Londres. Pero hemos conocido gente que tras pasar muchos años fuera, la vuelta les costó años adaptarse. Hay gente que tardó años, otros que difícilmente ha llegado a adaptarse del todo.

Cuando vuelves debes comenzar un proceso de readaptación a una nueva vida. Una vida que pensabas que iba a ser la de siempre, pero que es otra.

¿Has vuelto de forma permanente o temporal a tu origen? ¿Has notado esta sensaci´ón de choque cultural?

Bonus track cheesecake

Oroma Coffee – Calafell

Para el bonus cheesecake de hoy nos iremos hasta Calafell, una pequeña población costera en la provincia de Tarragona con pasado pesquero. Hoy en día, a pesar de seguir teniendo una Cofradía de Pescadores y de tener cierta cultura pesquera, es principalmente conocida como un destino de vacaciones familiares.

La cafetería en cuestión se llama Oroma Coffee y se encuentra en el paseo marítimo de Calafell, justo en frente de la caseta de la Cofradía de Pescadores (como se puede observar en la foto de arriba)

En Calafell puedes encontrar lugares de muy buenas tapas, grandes arroces y sabrosas fideuas, pero no suelen abundar los lugares de buenos cafés y pasteles. Oroma es uno de estos pocos lugares. Los cafés son bastante buenos, tienen una interesante y variada selección de sabrosos pasteles, el servicio ha sido bueno siempre que hemos ido y, si llegas con tiempo, podrás disfrutar de sus Rollitos de Canela.

Vamos por la quinta

Haarlem

Si un día venís a Haarlem os podré decir la calle y el punto en el que le dije a mi querida esposa: «Esto de la mudanza es una grandísima mierda. Un día volveremos a Barcelona, pero esta es la primera y última que hago.«

¡Que atrevida es la ignorancia! La ignorancia y no ser un futurólogo para visualizar las que iban a ser mis decisiones en el futuro. Y eso que la mudanza a Haarlem se redujo en tres pasos:
1. Meter en el Seat León todo lo que nos cupo.
2. Cerrar la puerta de nuestra casa en Barcelona con llave.
3. Conducir de Barcelona a Haarlem… del tirón… 1500km. En serio, sed más inteligentes si lo hacéis alguna vez y parad por el camino.

Estábamos recién llegados ese día y lo que no sabía es que, en Febrero de 2012, un año más tarde íbamos a tomar la misma decisión pero para ir de Haarlem a Londres. Lo dejamos todo, llenamos el coche de cosas y camino a Londres. Esta vez un camino más corto.

En Londres sólo soportamos 6 meses. La ciudad nos pudo y también una serie de malas decisiones que tomamos por el camino que nos obligaron a volver a Barcelona.

Julio del 2012. Un año y medio más tarde de cerrar aquella puerta, hacíamos nuestra tercera mudanza. Volvimos a dejarlo todo y camino de Barcelona a casi empezar de nuevo.

Allí tuve la suerte de encontrar un buen trabajo y comencé a trabajar en Octubre del 2012 en King. Una muy buena empresa, grandes compañeros y un trabajo que me gustaba. Juegos para móvil (no sé si te sonará el juego Candy Crush. Somos/son sus creadores). Nos asentamos, estabilizamos un poco y estuvimos poco menos de 5 años en Barcelona.

Con el tiempo nos empezó a picar el gusanillo otra vez, yo empecé a agobiarme en Barcelona y surgió una oportunidad en el estudio que King tiene en Berlín. Así que en Mayo de 2017 nos estábamos mudando a Berlín. Pero esta vez la mudanza fue diferente. Fue más grande:
– El piso de Barcelona lo alquilamos.
– Por lo tanto, tuvimos que sacarlo todo y traerlo con una empresa de mudanzas.
– Volvimos a venir en coche, pero esta vez previa parada y noche en Lyon.

¿Empezáis a entender ahora mi ingenuidad cuando me quejé de la mudanza de Barcelona a Haarlem?

Bueno, pues dos años después vamos ya a por nuestra quinta mudanza internacional! Después de siete años en King empecé a sentir que había llegado el momento de pasar página. Tristemente tomé la decisión de dejar la empresa. Nunca pensé en estar tanto tiempo pero debo reconocer que ha sido la mejor empresa en la que he trabajado. Siempre hay que saber cuando cerrar un capítulo y abrir otro nuevo y este fue el momento. Así que tomé la no fácil decisión de tomar un camino diferente.

Encontré una nueva oportunidad en Amsterdam, así que para allá volvemos. Dos años y medio después de llegar a Berlín y casi 9 años después de nuestra primera experiencia en los Países Bajos, volvemos. A Haarlem, a Amsterdam.

La mezcla de sentimientos es extraña. Alegría, excitación y nervios por esta nueva aventura y experiencia que estamos a punto de comenzar. Tristeza y melancolía que siempre da el cerrar una etapa que, además, ha sido muy interesante y bonita para mí. Siempre quise venir a Berlín (lo explicaré en otro momento).

Así que aquí estamos, a nuestra edad (cómo odio esta expresión!) a dos semanas de hacer nuestra quinta mudanza internacional! Casi 10 años después de haber dicho que sería nuestra primera y última mudanza. Y esperando que aún no sea la última.

¡Nos vemos en Haarlem!

Bonus track Cheesecake

Café Dreikäsehoch

Este es uno de los últimos cheescakes que hemos probado y, probablemente, el mejor que hayamos comido hasta el momento en Berlín. Aunque, probablemente, aún no al nivel de los que probamos en Brooklyn o Quedlinburg.

El lugar se llama Café Drei Käsehoch (que en alemán significa algo así como Tres Quesos de altura) y se trata de una cafetería especializada en tartas de queso. Obviamente, tenía que estar buena. ¿Te imaginas una cafetería especializada en tartas de queso que tuviese las peores tartas de queso de Berlín?

Bueno, no es el caso 🙂 Se encuentran en pleno barrio de Prenzlauer Berg y tiene una se esas terracitas que tanto se aprecian en el verano de Berlín. Los cafés son normales, nada del otro mundo, pero aquí no vinimos por los cafés, ¿no? Tienen multitud de tipos de tartas de queso. Decenas, cientos, miles!! Bueno, me he pasado. Pero las tienen de todos los tipos y sabores. Nosotros nos tomamos una, relativamente, normal.

Nunca viviría en un lugar tan frío

Ya son tres los países fríos en los que hemos vivido hasta el momento: Holanda (Haarlem), UK (Londres) y ahora Alemania (Berlín) y son multitud de ocasiones en las que me han dicho estas mismas palabras. Nunca viviría en un lugar tan frío. Ya sea con amistades, conocidos y completos desconocidos, a los que les termino explicando en los países que he vivido, termina saliendo en algún momento esta frase.

Creedme que el frío no es el mayor de los problemas al vivir en estos países. Incluso aquí en Berlín, que es el más frío de los lugares en los que hemos vivido, el frío sigue sin ser el mayor de los problemas. Hablando con otras personas que han vivido en estos mismos países u otros de climas similares (por ejemplo, ahora recuerdo una persona que estuvo viviendo cuatro años en París) me he ido encontrado que todos coincidimos.

Hace unos cuantos meses, cuando todavía no llevábamos mucho tiempo viviendo en Berlín, íbamos Nadia y yo en el tranvía hablando, cuando me di cuenta que la señora sentada al lado mío nos miraba con cierta curiosidad. Hasta que su curiosidad no pudo más y nos preguntó (en alemán, por su puesto): «¿De dónde sois?«. A esa pregunta siguió una simple (debido a mi precario dominio del alemán) conversación en la cual, entre otras cosas dijo: «Para nosotros el peor mes es Noviembre».

¿Porqué el peor mes sería Noviembre si los más fríos son Enero y Febrero? Pues justamente por lo que decía al principio de este post, el mayor problema de estos países no es el frío. No hablo de países como Rusia o las zonas más nórdicas de Suecia, Finlandia o Noruega. Al frío te preparas. Tu fondo de armario cambia, tus horarios se adaptan y tus rutinas no son las mismas.

Aquí en Alemania dicen: «No existen días fríos, sino ropa incorrecta». Te compras una buenas botas, unos calcetines térmicos, 1 ó 2 capas de cintura hacia abajo (según gustos), 2 ó 3 capas por arriba, guantes, braga o bufanda y gorro. Y pocos días pasarás frío por la calle. Sí, estoy de acuerdo, es un incordio y es muy incómodo la preparación para salir de casa.

Pero en Noviembre los días comienza a acortarse a un ritmo más elevado del deseado. Hasta que un buen día te das cuenta que a las 16.00 es completamente de noche. Y se forma una «preciosa» capa de nubes grises (en Holanda lo llamábamos cielo gris rata) que apenas dejan pasar los rayos de sol. Y amanece aproximadamente a las 8.00. Esto hace que hay pocas horas de luz, de las cuales muy pocas de ellas serás capaz de ver el sol. En definitiva, unos 4 meses casi sin interrupción si ver ni el sol, ni el azul del cielo.

Y esto queridos lectores, es lo peor del invierno de aquí. Esto es lo que hace que el invierno se haga largo y pesado. Esto es lo que hace que mucha gente decida hacer un winter break y terminar marchando a algún destino turístico de sol.

La semana pasada tuvimos las temperaturas más bajas de todo el invierno, llegando a niveles de hasta unos -15ºC y el ánimo general de toda la gente con la que hablé, incluído el mío, era siempre el mismo. A pesar de esas temperaturas todos los días tuvimos sol, cielo azul y un anochecer que empezaba sobre las 17.30. Porque después de cuatro meses de grisor y oscuridad por fin tenemos luz y sol. Y el ánimo general era que preferíamos estas temperaturas con días claros, luminosos y soleados, que temperaturas más suaves pero con días grises, cortos y oscuros.

Porque sí, a fin de cuentas, a pesar que a todos nos gustan los días de sol, luz y playa, al frío de esta parte de Europa te terminas preparando y adaptando y sigues haciendo una vida normal.